La competitividad hace parte de una importante sinergia de elementos que componen al ser humano, teniendo en cuenta que somos un todo formado por cuatro partes fundamentales: espiritual, mental, emocional y física.
En sí misma la competitividad humana se define como el ajuste y perfeccionamiento de las habilidades naturales y aquellas adquiridas y desarrolladas por el hombre a través de su vida.
Podría pensarse que la competitividad está circunscrita o hace especial relación tanto a la educación académica, al desempeño profesional así como a la competencia. Y aunque tiene que ver con ello en cierto sentido, la competitividad es mucho más que eso y busca ante todo una continua superación del individuo y sus límites impuestos y autoimpuestos.
La búsqueda del mejoramiento continuo hace que la vida se convierta en una experiencia continua de crecimiento y superación donde los retos de la vida diaria son vistos como escalones que llevan indefectilblemente hacia una meta determinada.
En una sociedad como la actual donde el ser humano es puesto a prueba continuamente en sus cuatro partes fundamentales, la competitividad hace un llamado interno y externo para aprovechar las situaciones cotidianas, ordinarias y extraordinarias para superar las barreras de un mundo en continua evolución y los obstáculos espirituales, mentales, emocionales y físicos para vivir una vida con significado desde que comienza la jornada hasta que termina.
La competitividad comienza como hemos dicho con el mejoramiento continuo de las habilidades propias y de aquellas que a través del conocimiento aprendemos y desarrollamos. Este proceso comienza desde la más tierna infancia cuando un niño comienza a tener consciencia de su entorno y con base en ello aprende por imitación.
Toda la serie de gestos, sonidos e imágenes que observa un niño que todavía no sabe hablar condiciona sus respuestas ante el medio, de forma que cada vez que aumenta en edad, sus estrategias, comportamientos y actitudes para desempeñarse en el mundo son cada vez más elaborados.
Aunque el proceso de desarrollar la competitividad pareciera derivarse de elecciones conscientes todo el tiempo, lo cierto es lo contrario. Es decir no somos conscientes gran parte del tiempo que estamos mejorando en algo. Si esto no fuera así, la situación sería sumamente tediosa pues el cerebro tendría que prestar atención a multitud de detalles de forma permanente para aprender cada vez lo que ya se vió o se hizo anteriormente. Esto lo podemos constatar en una actividad mental o física, cuando prácticamente son los resultados esperados los que confirman que existe en nosotros una etapa de cambio y mejoramiento continuo.
Con base en esto, el proceso que lleva a la competitividad se desarrolla a través de la siguientes etapas:
Observación
En esta primera etapa se busca uno o varios modelos apropiados para imitar el comportamiento o conocimiento.
Iniciación y adaptación
Que es cuando comienza el aprendizaje a través de definir los pasos básicos que desarrollen una habilidad determinada y se busca ajustarse lo más rápido posible a los cambios que están ocurriendo.
Refinamiento
Esta etapa es la que más marca todo el proceso, pues a través de prueba, error y repetición se logra un avance en el desempeño y se establece un patrón de conducta ante las situaciones que puedan requerir el uso de este nuevo conocimiento.
Desarrollo de la habilidad
A través de la práctica frecuente de una actividad mental o física que requiere corrección y refinamiento, el cerebro desarrolla mecanismos inconscientes de forma que no se tenga que pensar todo el tiempo en qué es lo que se está haciendo, sino por el contrario libera la parte consciente para dedicarla y evaluar situaciones nuevas que puedan surgir dentro del entorno en tiempo real.
Aunque en todo el proceso anterior actúan de manera definida la parte mental y física, las partes espiritual y emocional también hacen lo propio. Porque en toda actividad humana coexisten también tanto el espíritu que es la realidad primera y última del ser y la que induce principalmente al mejoramiento continuo, como las emociones que son determinantes durante todas las etapas de la competitividad para fortalecer o en caso contrario debilitar el proceso de mejoramiento interior.
Si bien existen muchas personas que no toman en serio el papel que como seres humanos están llamados a desempeñar para ser competitivos y se conforman con una vida común que no requiere mucho esfuerzo, también hay otros que saben que la única forma de trascender los problemas y las situaciones que plantea la vida es preparándose y desarrollando habilidades necesarias que cambian la forma de percibir el mundo y de adaptarse a él.
Ahora bien, si hablamos de mejoramiento continuo toda la complejidad de nuestra biología da claro testimonio de la más alta competitividad, comenzando por toda la increíble coordinación y ejecución de las partes y sistemas que componen el cuerpo humano. Siendo el cerebro la parte más representativa con sus más de cinco mil quinientos millones de células nerviosas que comparten impulsos nerviosos entre sí y que según áreas determinadas: hemisferios, frontales, basales, cuerpo calloso, etc., toman reconocimiento del mundo exterior y adaptan y proyectan el organismo de forma constante para responder de la mejor manera posible ante los cambios del medio.
Y esto ocurre de forma involuntaria y constante en la interacción constante de cuerpo y cerebro, como también ocurre frente al mundo exterior con las acciones que ejecuta el individuo, pues parte de la competitividad ideal es la unión de mente, cuerpo y medio.
Pero si la competitividad humana involucra las cuatro áreas fundamentales del ser humano ¿cuáles son las mejores maneras de alimentarla y aumentarla ? miremos con más detalle cada una de ellas.
Espiritual
La vida espiritual es un hecho real y activo en la vida del ser humano y en todas las culturas del mundo. Así algunas personas traten de negarlo racionalizarlo .Y esta parte es la gran productora de superación en todas las demás áreas de desempeño: mental, emocional y física. Negar esta verdad axiomática sería una concepción muy limitada de los hechos ante tamaña evidencia.
Mental
La mente como reflejo directo del espíritu es la herramienta de construcción del presente y del futuro. Y debe entrenarse para ese propósito. Pero para muchas personas que desconocen este concepto y por ello la utilidad de su mente está en obstaculizar la competitividad, llevando sus pensamientos mayoritariamente hacia los problemas, el pasado y a los eventos negativos infelices que en él se produjeron.
El cerebro no se nutre únicamente con alimentos físicos sino también con información, y de acuerdo con la información que recibe voluntaria e involuntaria produce resultados de prosperidad y éxito o de lo contario lo hará en limitaciones y enfermedades psicológicas y físicas.
Emocional
Las emociones y el cultivo de aquellas que más nos acercan a nuestros sueños, objetivos e ideales son las más preciadas y se deben alimentar y frecuentar para ser altamente competitivos. Entre ellas tenemos la alegría sana, el entusiasmo, la amistad, la simpatía, la cortesía, la solidaridad, la esperanza, el amor, etc. y de estas se derivan importantes pensamientos de avanzada que darán origen a virtudes básicas para el éxito como: la disciplina, la perseverancia, la tolerancia, la audacia, la creencia y la adaptabilidad.
Física
«Un cuerpo sano obedece, pero un cuerpo enfermo ordena». La salud física es uno de los bienes más preciados para tener y lograr una vida de calidad porque sin ella la vida es muy triste, corta y dolorosa. Y esto requiere de una atención constante al cuerpo para cuidarlo y proporcionarle, claro está sin excesos para no caer en el narcisismo o la vanidad extrema en los cuidados que requiere el cuerpo para vivir y fortalecerse.
A través de una adecuada alimentación: frutas y verduras, cereales, pescado, poca carne roja, bajo consumo de harinas, embutidos y tomar de 6 a 8 vasos de agua diarios. Además de eso eliminar el tabaco, el alcohol y las drogas alucinógenas que destruyen la salud del individuo tanto interna como externamente.
También influye en esto el descanso y la relajación: dormir 8 horas diarias en promedio, practicar actividades para el descanso cerebral como la meditación y tener una rutina de ejercicio físico diaria.
Trabajar en estas cuatro partes del ser humano de forma acertada es un esfuerzo que puede llevar toda una vida para ser competitivo(a) y continuarlo siendo, de forma que podamos desempeñarnos de la mejor forma posible en este regalo maravilloso que es la vida.
A continuación daremos una serie de recomendaciones importantes para tener en cuenta para desarrollar y aumentar la competitividad:
- La competitividad nace de la necesidad fundamental que tiene el ser humano de mejorar debido a su gran riqueza espiritual, mental, emocional y física. Por tanto comprométete a trabajar a lo largo de tu vida en todas estas áreas.
- Fortalece tu competitividad espiritual hablando con tu ser creador a diario y leyendo periódicamente los textos sagrados como la Biblia y haciéndote miembro activo de tu comunidad eclesial o de una si no tienes. Presta un servicio desinteresado a los necesitados que carecen de recursos básicos y a los desamparados. Dónales una parte de tu tiempo y de tu ayuda económica.
- Fortalece tu competitividad mental estudiando nuevos métodos y reforzando los conocimientos de tu profesión bien sea: informal, técnica o profesional. Sin embargo ten en cuenta que aparte de los conocimientos profesionales tradicionales lo más importante es entrenar tu cerebro con material clasificado en Desarrollo Humano y Superación a través de: libros recomendados y recursos, porque con este tipo de educación podrás resolver con éxito muchas situaciones difíciles de la vida cotidiana e identificar mejor las oportunidades que se te presentan.
- Fortalece tu competitividad emocional visualizando las situaciones ideales que te lleven a cumplir tus metas y sueños. Rodéate del afecto de tus seres queridos y visita lugares que te inspiren para proyectarte en tus objetivos.
- Asóciate con líderes en tu campo profesional y también con personas abiertas y generosas que se esfuerzan por progresar y que tengan una norma de vida sana.
- Si has tenido momentos difíciles a nivel emocional en tu vida entrega esos sentimientos retenidos o frustrados a personas que necesiten tu ayuda. Descubrirás como te liberas de la carga del pasado y recibirás con ello en tu vida mucho más de lo que diste.
- Fortalece tu competitividad física alimentando tu cuerpo adecuadamente. Consume frutas y verduras, bajo nivel de harinas y comida procesada. Elimina de tu vida las sustancias psicoactivas como el alcohol y el tabaco.
- El ejercicio físico es fundamental para ser más competitivo porque influye directamente en tus áreas: mental y emocional liberando en tu sistema circulatorio las hormonas del bienestar Beta-Endorfinas que llevan un mensaje de alegría, tranquilidad y salud por todo tu cuerpo. Comienza una rutina física regular, ya sea caminando de veinte a treinta minutos diarios, corriendo, nadando o realizando una práctica deportiva donde participe la mayor parte de tus miembros físicos, músculos y huesos.
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